Rincón Pre-Navideño

La Corona de Adviento

El día 29 de noviembre comienza el Adviento, preparación de la Navidad. Siempre comienza 4 domingos antes de Nochebuena, por eso cada año varía la fecha.

Hoy queremos animaros a tener presente en vuestros hogares este motivo/adorno, que nos puede ayudar a recordar las fechas que se acercan.

Quisimos hacer un tutorial de cómo hacer una Corona de Adviento, pero hay miles en la web, y seguro que allí encontraréis alguno que se adapte mejor a vuestra casa, por las edades de los niños, gustos o preferencia en estilos, colores, etc. Os enseñamos alguna muestra:

Las hay incluso comestibles…

…o hechas con materiales reciclados:

Solo pretendemos hoy conocer un poco más la historia de esta tradición. Parece ser que tiene su origen en el misticismo alemán. En el norte de Europa era costumbre colocar una corona hecha de ramas verdes con velas para pedirle al dios sol que regresara con su luz y calor, simbolizando así la esperanza en el cambio de estación y el fin del duro invierno. Los cristianos asimilaron esta tradición para evangelizar a las personas, y aprovecharon esta corona como medio para preparar la llegada de Cristo, celebrar su Natividad y rogarle que infunda luz en sus almas.

Dentro de esta simbología:

  • La corona de Adviento se dispone en forma circular, figura geométrica perfecta, como símbolo de que Dios no tiene principio ni fin, así como su amor a la humanidad.
  • Las ramas verdes simbolizan, por su color, la esperanza que debemos tener en la venida del Señor.
  • Las cuatro velas simbolizan la luz de la fe, que se llena de alegría con la llegada del Niño Dios.
  • Los colores de las velas (aunque en muchas ocasiones se ponen rojas o blancas, según el diseño) hacen referencia a los colores litúrgicos:
    • Morado: simboliza el espíritu de vigilia de este tiempo… “estad preparados”.
    • Verde: simboliza la esperanza.
    • Rojo: simboliza la alegría por la cercanía del nacimiento de Jesucristo.
    • Blanco: es el color de la presencia de Dios.
  • El orden de encender las velas es: 1º morado, 2º verde, 3º rojo y 4º blanco (se puede añadir una quinta vela, que se encendería en Nochebuena)
¿Cómo vivir en casa la tradición de la Corona de Adviento?

La Corona se puede llevar a bendecir a la Iglesia el primer domingo de Adviento y después se coloca en un lugar digno de la casa, como en la mesa del comedor. Cada domingo de Adviento se reúne la familia en torno a la Corona, y se enciende una vela. Se hace una oración acompañada de una lectura bíblica, un villancico…

Aquí va un ejemplo de oración, pero cada familia puede emplear la que quiera. Incluso algún niño, o mayor, con imaginación puede inventarse una particular de su familia.

Breve oración para rezar ante la Corona de Adviento
Rey y Salvador Nuestro: Tú eres nuestra Luz.
Ilumina a nuestra familia y ayúdanos a caminar
unidos en el amor, la fe, la esperanza y la paz,
al encuentro Contigo. ¡Ven Señor Jesús!

Este año vamos a tener mucho tiempo para estar en casa con la familia. ¿Por qué no aprovecharlo para hacer una corona original?


Cine en familia

Mi amigo el gigante

Dirección: Steven Spielberg.
País: USA.
Año: 2016.
Duración: 117 min.
Género: Fantástico.
Reparto: Bill Hader, Rebecca Hall, Rudy Barnhill, Jemaine Clement, Adam Godley, Penelope Wilton, Mark Rylance.
Disponible en: Amazon Prime y HBO

Sinopsis: Sofía (Ruby Barnhill) es una niña huérfana con problemas para conciliar el sueño. Una de las muchas noches de las que se encuentra dando vueltas en la cama de su orfanato decide romper una norma y asomarse a la ventana, algo completamente prohibido en la estricta institución en la que vive. Desde su ventana ve algo completamente extraordinario: un hombre de un tamaño enorme (Mark Rylance), que se asoma a las casas de la gente mientras duerme. Cuando el gigante descubre que una niña le está espiando, decide llevarse a la pequeña Sofía en la mano y viajar con ella al País de los Gigantes.

A pesar de su apariencia espeluznante, el gigante resulta ser una criatura con buen corazón. Por eso los dos conectan y se empieza a forjar una sólida amistad entre ambos a medida que prosiguen su camino. Cuando llegan a su destino, Sofía descubre que en su mundo el gigante bonachón es considerado un marginado por el resto de su especie debido a que, a diferencia de ellos, se niega a comer niños y niñas humanos. De hecho, este gigante tan especial se dedica a coleccionar sueños que guarda en tarros para luego diseminarlos entre los chiquillos por las noches a través de un soplo muy especial. Pero las cosas se complican cuando, en mitad de su aventura, la joven y su enorme amigo tengan que esforzarse por detener una invasión de malvados gigantes que se preparan para comerse a todos los niños del país.


Padres... ¡¡a la palestra!!

¿Puedo ser feliz?

Vaya pregunta, ¿verdad? Pues la respuesta tampoco es fácil. A medida que vamos cumpliendo años vamos pasando de un “SÍ” rotundo a un “sí, pero a veces”, “no del todo”, o a un “buff, ¡si yo te contara…!”.

No sé vosotros, pero yo he escuchado y leído mucho, y todo muy interesante, acerca de “Cómo educar niños felices”, “Trucos para que tu hijo sea feliz”, … Pero ¿y nosotros? ¿no tenemos derecho también a ser felices, o es que ya no podemos? Tranquilos: sí. Sí podemos. ¿A mis 30 años? ¿a mis 40? Sí, y a tus 80 o 90, si es que algún abuelo/a nos lee.

Recuerdo que cuando yo era pequeña había en casa de mis padres un libro que se titulaba “Siempre alegres para hacer felices a los demás”. Pero no era un libro de chistes, ni de historias divertidas. Luego me enteré de que era el título de un programa de TV que presentaba un sacerdote, D. Jesús Urteaga, y que fue quien escribió el libro (Por cierto, acabo de ver en Google que se sigue editando y a la venta en librerías). De aquella no lo entendía, pero es una gran verdad: la verdadera felicidad nace de hacer felices a los demás. Es un misterio: si yo busco mi propia felicidad, ser YO feliz, lo tengo complicado. Sin embargo, si busco la felicidad de los que me rodean, conseguiré ser feliz.

Decía San Pablo que hay más felicidad en dar que en recibir. Y es verdad, ¿cuándo recibo más felicidad, cuando me compro un pastel, o cuando llego a casa con una bandeja de pasteles para todos? Está claro: cuando reparto felicidad (y pasteles).

A ser feliz hay que aprender, como a todo en esta vida. Un buen comienzo es tener un gesto alegre, sonreír a la vida. ¿Es costoso? Sí. ¿Supone un esfuerzo psicológico? También. Pero si vamos poco a poco aprendiendo a ver lo positivo de la realidad, a ver las cosas desde un prisma no utópico, sino – repito – positivo, podemos encontrarnos con grandes sorpresas.

Debemos apreciar las pequeñas alegrías de la vida cotidiana. Quizás no puedas ver desde la ventana de tu habitación una maravillosa puesta de sol, porque tu ventana da a un patio interior. Pero a lo mejor puedes sentirte alegre porque la vecina del primero mantiene el patio limpio; o porque mirando para arriba puedes ver que ha salido el sol; o que no ha salido, pero la lluvia nos viene bien para las plantas. Se trata de buscar la “chispa” que tiene cada cosa de cada día. Leer un buen libro, como el que recomendamos hace unos días; hacer una excursión; organizar una comida especial en casa con tu familia, o con tus amigos (cuando nos dejen y se pueda).

Valorar lo que tenemos, y valorar también lo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo, con nuestra lucha, con nuestro trabajo. ¿Por qué no hacerlo? También nosotros nos merecemos que se reconozcan nuestros méritos. No buscamos el aplauso, pero también a veces nos lo merecemos.

¿Otro truco para ser feliz? Y éste es más necesario a medida que vamos cumpliendo años. Nos lo dice el psiquiatra Enrique Rojas: “La felicidad consiste en tener buena salud, y mala memoria”. A veces es preciso olvidar, cerrar heridas, o al menos, saber encajarlas. De lo contrario podemos ir convirtiéndonos en personas amargadas y resentidas. Olvidar, perdonar, no tener rencores, … difícil tarea, pero nuestra felicidad saldrá ganando.

Tampoco pidamos peras al olmo: no nos las va a dar. No podemos tener ambiciones excesivas; la existencia humana siempre tendrá límites y barreras. No vamos a tener en este mundo la felicidad más absoluta, pero sí podemos aspirar a una “felicidad razonable”. Cito de nuevo palabras de E. Rojas: al final todo consiste en “descubrir quién quiero ser, hacia dónde quiero dirigirme, y luego aceptar con serenidad las adversidades y las cosas que al final no salieron bien”.

En conclusión, ¿se puede ser feliz? Sí. Pero muchas veces la felicidad aparecerá cuando no la busquemos. Ella nos encontrará a nosotros.

Bea Barbés, Coordinadora técnica

Hoy conocemos a...

Mabel Coalla

- Mabel Coalla

Para muchas de nosotras llegar a Enalba es encontrarse con ella abriendo la puerta. Rubia, de ojos muy azules y siempre de buen humor. Tiene el don de recordar el nombre y la cara de prácticamente toda persona que haya pisado Enalba en alguna ocasión.

Creo que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que estamos ante la preceptora-decana de Enalba.

Mabel, ¿conoces ya a alguna de la 2ª generación, o sea, a alguna madre que haya sido asociada de Enalba de pequeña?
Sí, cuando empecé a ayudar en Enalba, había niñas que ahora ya están casadas y con niños, y que luego vinieron con sus hijas.
Que yo recuerde, siempre has estado con los niveles “más bajos” del Club, con las más pequeñitas. ¿Lo has querido así? ¿Por qué?
Empecé con el pre-club y luego me quedé. Son como esponjas: lo cogen todo, son como un libro abierto. Adorables.
Desde hace tiempo te encargas de preparar las cenas de navidad para los padres junto con las niñas. Cuéntanos tu experiencia.
En realidad, empecé haciéndolo porque me tocó. Y luego me encantó hacerlo porque disfrutaba mucho: las niñas, los padres, … Es un buen momento para tratarse la gente del club con las familias. Y me hace ilusión.
Hagamos también en esta ocasión una ronda rápida:
Defínete con una palabra (o dos, o tres, …)
Tímida de primeras, cariñosa, servicial y … muy, muy despistada.
Un libro
“El despertar de la señorita Prym”, de Natalia Sanmartín. Es una historia muy agradable y con moraleja.
Una película
Casablanca
¿Qué noticia te gustaría escuchar en el Telediario?
Ahora, por supuesto, que se acabó la pandemia.
Un sueño realizable
Volver a Roma, ir a Tierra Santa, y envejecer tranquila con mi marido.
Y, por último, ¿qué te gustaría decirnos a los padres de Enalba?
Que aprovechen bien el Club, que quieran a sus hijas y las formen. Creo totalmente en los Clubs.

Muchas gracias, Mabel. Gracias de todo corazón. Sé que hablo en nombre de todos los padres y madres que hemos pasado por Enalba en alguna ocasión. Valoramos, y mucho, tu paciencia, tu dedicación a nuestras hijas y todo este tiempo que estás invirtiendo de esta manera en mejorar “nuestro Gijón del alma”.